Y caía sobre péndulos; las olas nerviosas no aplacaban la sed
ni la calma, ni las gotas de invierno...
solo eran celosas capas de un ser incógnito
de alguien que no existe pero que existe
invisible como átomo... como grieta
Nunca elegimos esto, nunca nos preguntaron
pero mis ojos siempre vieron mas allá
y siempre el viento nos arrojó lejos...
demasiado como para volver
Solo un par de hojas de álamo...
que caen desordenadas y siempre juntas
y caeremos, y nos levantaremos
como la raiz de un nuevo día
de un nuevo sol y otro atardecer
y seremos tierra... y agua...
domingo, 30 de marzo de 2008
Péndulos
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