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"...Bebía el vino, cada sorbo le traía amargos recuerdos; su amada, la niña pura que mostró las garras demostrandose una libertina. Es cierto, estaba herido y solo buscaba sangre fría y despojaba de viles deseos a quien le creyera. Pero estaba solo, desposeído y miserable...

Cada trago recordaba la triste visión de ella afirmada desnuda sobre el lavabo de aquella oficina y al hombre que la poseía mientras ella clavaba las uñas en su espalda... Cada trago amargo solo sonaba como notas destruídas... la vengaza siempre es dulce si se bebe un trago amargo.

Y de esos tragos él fabricaba su vida, de mujeres en su cuarto, de llamadas perdidas y de sobredosis de cuerpos... cuerpos que llegaban sin llamar y sin despertar. Como aquella tarde en que la mujer miraba el mueble y preguntaba si podía llevarse alguno de los objetos que ahí se guardaban, el la miró dejando el libro y la copa, se sentó en la cama y le dijo: si te sientas aqui, señalando su cuerpo, podrás llevarte eso y mas. Ella lo miró con una sonrisa cómplice y dándoselas de mujer controladora le dijo: uhm no, ya no hago esas cosas, eso era antes. Tu te lo pierdes, le contestó él... Luego de una pausa ella piensa y le dice: este viernes, pasando y pasando!..."