domingo, 30 de noviembre de 2008

Higher

Unas tras otras, la mirada pegada en el vidrio, los oídos aplacando los sonidos y la mente resonando esa melodía una y otra vez, kilómetro tras kilómetro, queriendo incinerar el tiempo y apartar la distancia del momento, de la tragedia, del futuro invencible.
Pero la carretera se hacía eterna y una y otra vez estaba en su inicio y soles tardíos no nacían entre la penumbra, y la mente viajaba y contaba lñineas como recuerdos.
Luego el amanecer, y las copas vacías, el pescado fresco y el sonido sobre las rocas, sobre la mente y sobre la brisa.

No hay comentarios: